Maestros del tiempo (NO)
- Ignacio Sottini
- 8 ene 2017
- 3 Min. de lectura

El deadline es en cinco minutos y todavía estás haciendo fila en la imprenta para intentar terminar de imprimir ese panel que anoche seguías retocando en el ilustrador. Y ni siquiera quieres pensar en los colores con los que salieron los renders o si las plantas y los cortes realmente coinciden.
Todo esto pasa por la cabeza de un arquitecto en unos instantes. Muchas veces nuestras mentes funcionan como un manojo de cables de tendido eléctrico que va a la misma terminal, todos transmiten información al mismo tiempo, jamás cesando. Pero hay un cable que no transmite información alguna y ese es el correcto manejo del tiempo.
Los arquitectos somos conocidos por esa cualidad tan particular y tan ausente en todos nosotros, saber manejar el tiempo. Siempre que recuerdo lo malos que somos manejando el tiempo se me viene a la mente una anécdota. Cuando tenía que realizar una entrega en la facultad y estaba demasiado preocupado por llegar tarde. Pensaba que el profesor llegaría a tiempo y yo sería el único en reprobar. Corría con mi memoria en la mano hacia la imprenta rogando que estuviese abierta a pesar de que faltaban varios minutos para el amanecer y mi corazón galopaba de los nervios. Al llegar a la imprenta, me topé con una larga cola de estudiantes trasnochados con memorias en las manos, todos nerviosos por llegar tarde y con la cara relajada al saber que todos estábamos en la misma situación. Llegamos a la misma hora a la entrega e increíblemente el profesor aún no había llegado.
Somos conocidos por esa cualidad tan ausente en todos nosotros: la puntualidad. Podremos manejar muchos programas a la vez pero cuando se trata de manejar el tiempo, el error 404 NOT FOUND aparece. Es por esa razón que las 9:00 y las 9:15 o 9:40 es lo mismo y lo que calculamos hacer en 15 minutos nos termina llevando 45 pero, por favor, que el cliente llegue puntual y que la clase empiece y termine a la hora pactada.
¿Qué es lo que nos lleva a confiarnos tanto en el tiempo? Personalmente, creo que es causa de la incapacidad que existe en muchos arquitectos de no saber manejar las variables del tiempo. Calculamos el tiempo como algo concreto sin tener en cuenta las (muchas) variables que pueden haber de por medio. Sabemos que hacer una planta puede llevarnos unas dos horas si se trata de una casa pequeña, pero no contemplamos las redes sociales que interrumpen, los llamados telefónicos, las necesidades fisiológicas o las ganas de comer algo o tomar un café. Entonces, las dos horas se convirtieron en todo un día. ¿Tenemos que presentar algo el viernes y es domingo? No hay problema, empezamos el martes, total hay tiempo. Luego se apaga la computadora, hay errores inesperados, se corta la luz, la imprenta está cerrada, la tinta sale violeta, y el cliente nos está esperando con los dedos tamborileando sobre la mesada.
¿Y cómo solucionamos ese problema, esa carencia? Yo me rendí. Aprendí que me sería casi imposible poder resolver ese problema. Creo que es algo genético que se pega a nuestro ADN en la estadía de la facultad y lo mejor es aprender a vivir con ello. Aprender a no molestar a nadie. Estoy siendo muy optimista, pero esa es la idealización. Cuando estaba trabajando para presentar unos planos en un estudio, me hice a la idea de adelantar mi reloj quince minutos, de esa manera pensaría que siempre estaba al límite cuando en realidad llegaría quince minutos antes. Terminé acostumbrándome al hecho de que mi reloj estaba adelantado y todo volvió a ser como era.
Es un entrenamiento que hay que hacer y al que hay que acostumbrarse. Entender que el tiempo es algo muy cambiante y que no hay que confiarse. Más vale tener las cosas listas dos días antes y trasnochar a que dormir tranquilo y estar con la inseguridad de si llegar o no. Si el deadline es a las 18 horas, tu trabajo estará allí a las 17:58. Llegamos destruidos e incluso podrán debatir la última vez que vimos la luz del sol pero hay algo incuestionable: no somos maestros del tiempo, pero sí en presentaciones. Las agendas electrónicas y los smartphones no nos ayudan mucho, pero es cuestión de finalmente aprender a decir que todo nos va a llevar unos treinta minutos más. Yo todavía sigo aprendiendo (calculé escribir esto en mucho menos tiempo del que en realidad llevó).
Es hora de volver a la fila de la imprenta y entregar esa presentación, volver a la computadora o levantar la cabeza para continuar hablando con tus socios o tus clientes. Los cinco minutos del break se terminaron y es hasta la semana próxima.
Comments