8 horas diarias para dormir
- Ignacio Sottini
- 19 feb 2017
- 2 Min. de lectura

Semanas atrás estaba en un programa de intercambio trabajando en una empresa de comunicaciones. Muchos de los allí presentes eran diseñadores gráficos, abogados, administradores de empresa y hasta ingenieros en sistemas. Yo era el único arquitecto, y cuando dije lo que era una de las preguntas que un compañero hizo resonó mucho tiempo en mi cabeza.
— Arquitecto, ¿verdad? ¿Cuando fue la última vez que dormiste 8 horas seguidas?
Todos se desternillaron de la risa y yo también lo hice, mientras que por dentro lloraba.
¿Cuando era la última vez que había dormido 8 horas seguidas? ¡Que difícil era recordarlo! Según la OMS, una persona adulta debe tener 8 horas de sueño diarias. Claramente la OMS ni siquiera pensó en los arquitectos para basar ese promedio, pues nos sentenciaron a ser los zombies profesionales.
Eso me recordó cuando años atrás, regresaba de realizar una entrega y una amiga me paró en la calle, y en vez de hacer la pregunta redundante y un tanto boba de cuestionar si estaba bien de salud o no, lo que dijo fue lo siguiente:
— ¿De que color tienes las sábanas de tu cama?
No pude responderle. ¡No lo recordaba! Hacía más de dos días que no veía mi cama, me limitaba a tener cortas siestas en el sillón o directamente con la cara aplastada contra el escritorio. Lo irónico es que, pese a lo cansado que estaba, cuando ese día regresé de la facultad no pude dormirme hasta las doce de la noche. Ya estaba en el otro extremo, había perdido la capacidad de conciliar el sueño. Y al otro día debía levantarme nuevamente a las 7am.
Es difícil poder dormir 8 horas diarias cuando se trabaja con fechas de entrega y no con horas pactadas y es difícil que alguien que no sea arquitecto entienda las pocas horas de sueño que tenemos. Ni siquiera nombraré la extraña relación que tenemos con el café y lo que las relaciones sociales se vuelven para nosotros.
Hubo una vez que lloré mientras ansiaba poder dormir. Lo juro, es una historia real.
Piensas que realmente terminaste un trabajo cuando descubres que hiciste algo mal, que tal vez te gustaría agregar un detalle o que simplemente miraste el reloj y el tiempo voló mientras elegías una lista de reproducción. Y allí se van las horas del sueño. Y allí miras a tu cama, a lo lejano, casi con polvo por el desuso y pareciendo una reliquia a la que hay que venerar en vez de utilizar.
Despedirme de mi cama en las mañanas es lo que más me cuesta hacer, pero es lo que más placer me genera cuando regreso y salto hacia ella como un niño buscando el abrazo de su madre. No importa por cuantas horas duerma, lo que importa es que disfrute de hacerlo aunque sea un poco... ¿No?
¿Cuando fue la última vez que dormiste 8 horas seguidas? (Y, ojo, no cuentan los días de vacaciones)
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