Cuestión de miradas
- Ignacio Sottini
- 16 ene 2017
- 3 Min. de lectura
A medida que leas este artículo, observa las dos fotos presentadas en el mismo. No hay que buscar diferencias ni comparación entre las mismas. Solo un rápido vistazo las dos.
Ambas fueron tomadas en la misma esquina, en el mismo día y al mismo momento, pero por dos personas completamente diferentes.


— Mira, que buen lugar para sacar una foto dije yo y mi amigo coincidió.
En la misma esquina, los lentes de las cámaras apuntaron hacia visuales completamente diferentes. Mientras que una cámara apuntó hacia la festividad de la navidad, hacia los transeúntes y la ciudad en sí, la otra tiene un enfoque completamente distinto. ¡No pueden haber sido sacadas en la misma esquina! Bueno, pues sí. Ninguna foto tuvo una postproducción, están en su forma natural y en el enfoque que sus fotógrafos le otorgaron.
Mientras mi amigo se maravilló por el lugar y sacó una instantánea que le llevó exactamente eso, un instante, yo tomé otra posición. Vi lo que quería sacar, agarré posición, configuré la cámara para realzar la realidad y esperé al momento justo para apretar el gatillo.
Me dijeron varias veces que viajar con un arquitecto es un dolor de cabeza porque queremos sacar foto a todo y estamos mucho tiempo esperando a sacar una sola foto. Bueno, puede que sea verdad. No todos los arquitectos somos apasionados por la fotografía ni todos los arquitectos estamos sacando fotos así de forma constante. En la tarjeta de memoria de un arquitecto se pueden encontrar fotos desde selfies hasta panorámicas y fotos de comida. Pero siempre hay algo que la gente ajena a la arquitectura que mira y dice: ¿Y esto? Es una… casa. Fea, que fea que es.
No, esta es la casa Curuchet.
Mientras una persona corriente visita una ciudad, su visión normalmente no supera los cinco metros de altura. Normalmente está muy concentrado en seguir instrucciones de donde ir y de observar a la gente. Y cuando hay que sacar fotografías, siempre son rápidas, jamás hay una fotografía de paisaje solo y muchas veces están desenfocadas o quemadas (Estoy refiriéndome un viajero promedio. Excluidos quedan los fotógrafos profesionales o los artistas).
Los arquitectos muchas veces nos chocamos con las personas conociendo una ciudad nueva. Varias veces crucé la calle de forma irresponsable fijando mi mirada en el edificio que había hecho X arquitecto en X ciudad. La visión de los arquitectos supera ampliamente los cinco metros, muchas veces ni siquiera vemos por debajo de esa línea. Muchas de mis fotografías están tomadas desde el mismo ángulo pero diferente altura: a nivel observador, a nivel de ojo de ratón, a nivel por encima del observador. Con un solo objetivo: Captar la arquitectura.
Este edificio no es un edificio en particular, ni siquiera sabía quién lo había hecho hasta mucho tiempo después. Simplemente me cautivó, de la misma forma que un tapado cautiva a alguien en el centro comercial. Y qué curioso nombrar el centro comercial, donde todos están muy concentrados en observar las piezas colocadas delante de ellos en tiendas de departamento sin siquiera fijarse en las pasarelas metálicas colgadas del techo, el interesante sistema de instalaciones contra incendios en caños rojos llamativos o los tubos de refrigeración. Lugares como centro comerciales están hechos para tener la mirada muy próxima al suelo, pero los arquitectos no nos regimos por esa regla. Al entrar a un lugar, miramos todo. Arriba, abajo, un costado y el otro. ¿Qué hay detrás de esa puerta? ¿Esto es granito? Los arquitectos realmente habitamos los espacios.
Lejos estamos de los fotógrafos o los artistas, refiriéndome a quienes tienen poco interés por la arquitectura, que en la misma esquina de las fotos anteriores un artista habrían enfocado su visión en el semáforo y su cambio de luces o en algo realmente artístico y totalmente parcial.
Los arquitectos nos empapamos principalmente de la visión, nos nutrimos con ella y nos empujamos hacia adelante. No es sorpresa que tenga tarjetas de memoria llenas con fotografías de diferentes edificios, plazas o arcos de ingreso. No es algo raro cuando un amigo se enoja conmigo porque pare el paseo turístico por sacar fotografías a edificios. Los ojos de la arquitectura se refrescan con una obra llamativa y es por eso que hay que seguir incentivando ese hábito.
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